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Jaime* llegó a las calles de Bogotá después de empezar su vida en las drogas a los 17 años de edad y Consumir marihuana a escondidas de su familia.

 

"Me iba a la esquina o aparque y con mis amigos empezamos a probarla y a sentirnos alegres y tranquilos", recuerda. Pero la curiosidad lo llevó a querer probar nuevas sustancias y de esta manera llegó a la cocaína y el bazuco.

 

Este último fue el que lo llevó a la calle, cuando su papá, con quien vivía descubrió que en su casa se empezaron a perder cosas y supo el destino que ellas tenían: comprar droga.

 

En las calles lleva dos años y medio, pero por más que ha querido superarse y salir de las drogas, no lo ha conseguido. "Yo quiero dejar de consumir, he ido a albergues para adictos, pero el deseo de estar siempre libre de sentirme tranquilo sin que nadie me diga qué hacer, me lleva a abandonar estos lugares a lanzarme de nuevo a la calle", recuerda.

 

En las calles se ha enfrentado a comer los desechos que encuentra en la basura, mendigar en restaurantes, enfrentarse a otros adictos por una papeleta de bazuco o una "bicha", asimismo robar para suplir no solo el hambre, sino su adicción.

 

Por ahora continúa recorriendo la ciudad desde el centro, al oriente u occidente, siempre con una pipa en la mano, abandonándose al destino que le brinda el bazuco.

 

MI VIDAS EN LAS CALLES

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